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mientrasviajas

Amarre

Amarre El amarre fue suave. Poco a poco, el barco fue acercándose al puerto, y cuando la proximidad fue la suficiente, un grupo de marineros lanzaron las cuerdas y las ataron a tierra firme.

Nosotros hacía ya unas horas que teníamos la habitación arreglada. A pesar de que por la noche tenemos que volver al camarote a dormir (a no ser que avisemos de lo contrario), preferimos que haya cierto orden, ya que el espacio es limitado.

Cuando hemos bajado, me he mareado un poco; parecía que el suelo se movía. Creo que mi cuerpo ya se ha acostumbrado tanto al ligero balanceo del mar, que me mece para contrarrestarlo, incluso estando en tierra firme.

Hemos bajamos de la mano, ambos con las palmas cubiertas por los guantes (¡hace frío!) y los dedos en contacto... Me gustan estos guantes que me regaló, no nos separan del todo; permiten que exista contacto físico...

Por fin estamos en la isla cuyo nombre significa brillante, aquella que se cubrió de dorado tras el nacimiento de Apolo y Artemisa.

A pesar de todo, hemos decidido retrasar el paseo por las ruinas a la tarde, ya que mis mareos no mejoran.

En cuanto a ella... Parece algo inquieta desde que el otro día recibiera por correo electrónico noticias de personas pertenecientes a su pasado. Creía que ya lo había dejado atrás. Espero que el viaje le ayude a superarlo...

2 comentarios

diego -

Si te dejas mecer por una ola, echarás de menos su movimiento cuando ésta muera en la orilla. No intentes buscar consuelo en otra ola. Cualquier bebé sabe si es su madre la que mece su cuna.

MedioLoca -

El pasado forma parte del presente. Biodramina y adelante! Feliz visita turística, la seguiré de cerca.